lunes, 9 de agosto de 2010

Un reencuentro

Hace algunos meses deje de ver a una amiga que por azares del destino, cambio de vida. Tampoco la veía mucho antes, pero es de esas personas que puedes conocer bien porque su personalidad es tan sincera y la llevan tan a flor de piel que no puedes evitar quererlas.


Es una chica sencilla y linda, con un gran carisma y de buen corazón. La última vez pensé que nunca volvería a verla, pero la vida la trajo de nuevo a mi camino y nos reencontramos.


Cuando la vi de nuevo, vi a la misma chica, pude darme cuenta que la echaba de menos, a pesar de que no éramos muy cercanos. Es de esas personas que te hacen sentir bien cuando están cerca aunque no hablen. Siempre ha tenido una mirada misteriosa, no puedes adivinar en que está pensando. Me intriga.


Cuando hable con ella, pude ver que había cambiado, que no era la misma y que extrañaba ser la misma. La vida le ha puesto pruebas muy duras a esa niña dulce. Espero y confío que mantenga su esencia a pesar de lo que ha vivido y de lo que le espera. Me gustaría poder ayudarla, aliviarle el camino, pero no puedo. No me toca a mi.


Quisiera poder ayudar a todos los que se atraviesan en mi camino y que llevan pesados pasos. Aligerar sus cargas, pero tampoco puedo.


Yo tengo mi propio camino y mis propias cargas.


Todos debemos enfrentar nuestros cambios y tratar de seguir conservando lo que somos.


Ahora que la he vuelto a ver quiero estar cerca de ella y atestiguar su cambio. Espero que nunca pierda ese candor que le caracteriza y que ha hecho que tantos la quieran.


Ver como cambian las personas me ayuda a darme cuenta como cambio yo.


Nos es tan natural que no nos damos cuenta de lo que nos pasa. El día en que dejamos de sonreír o de asombrarnos. De pronto alguien llega y nos dice que hemos cambiado y no le creemos porque nos nos gusta admitirlo.


Yo cambio, tu cambias, todos cambiamos.


Hasta la próxima.

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